En la Escritura encontramos palabras que despiertan reverencia y reflexión profunda, como las del profeta Malaquías, que nos invitan a meditar sobre la llegada del Señor y el papel de su mensajero. El texto resuena con un sentido de urgencia y transformación: una preparación del camino para aquel que traerá justicia, purificación y reconciliación.
El mensaje es claro: el Señor está por llegar, y su llegada no es un acontecimiento trivial. Es un llamado a estar preparados, a permitir que el fuego refinador purifique nuestras vidas, y a reconciliar nuestras relaciones antes de que el día grande y terrible del Señor llegue. Este pasaje no solo habla de juicio, sino también de esperanza, de un Dios que desea restaurar el orden y la justicia entre su pueblo.
Lectura de la profecía de Malaquías (3,1-4.23-24):
«Voy a enviar a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí.
De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo.
¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como el fuego de fundidor, como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas.
Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño.
Mirad, os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor, día grande y terrible. Él convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir a castigar y destruir la tierra».
Juan Bautista es el mensajero precursor a la llegada de Jesucristo, como profeta último con el espíritu de Elías, que va a venir a preparar el camino del Señor. Entre las cosas que éste estaba llamado a anunciar, hay una de vital importancia que es la familia como misterio que está llamado a salvar, refiriéndose al corazón de los hijos y de los padres, y viceversa. En medio de esta perdición del mundo, para el que se reserva esa esperanza de salvación, es el seno de la familia. Y para ello Dios quiere convertir el corazón de los padres hacia los hijos, es decir, que los padres se santifiquen buscando la buena educación de sus hijos, buscando lo mejor para sus hijos, buscando ser referentes y ejemplo para sus hijos. Con respecto a los hijos, reconociendo a sus padres la autoridad que ha puesto Dios en ellos, dando gracias por tener ese principio de autoridad, esa referencia segura en sus vidas, sabiendo que Dios les está salvando a través de sus padres.
El anuncio del precursor de Juan Bautista es un anuncio para que cuidemos de la familia, en medio de esta perdición, en medio de este diluvio, la familia es como un arca de Noé, en la que se nos quiere ofrecer la esperanza de la vida, de la vida divina, de la vida de gracia.
Evangelio según san Lucas (1,57-66):
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
La familia en la actualidad
Recientemente hemos conocido el divorcio de una persona cristiana de reconocida fama pública. Es el caso de Daddy Yankie, portorriqueño residente en San Juan, quién tras veintinueve años de matrimonio y dedicación cristiana a la familia, con la crianza de una hija, se revela un ánimo mundano y empoderado feminista de su pareja, quién de manera subrepticia y torticera, se apodera de una importante suma de miles de dólares custodiados en las cuentas bancarias familiares, como fiel reflejo, de la intervención del maligno.
«Los hijos de Dios no le tememos a las tinieblas».
Inspiración del maligno
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Conclusión
En este post, hemos explorado el significado de este anuncio, el papel del mensajero que prepara el camino, y cómo este mensaje sigue siendo relevante para nosotros hoy, invitándonos a reflexionar sobre nuestra relación con Dios y con los demás. ¿Estamos listos para recibir al Señor? ¿Permitiremos que su fuego purificador transforme nuestro corazón? Te invito a descubrirlo.