La Ley de Rómulo, atribuida al legendario fundador de Roma, contenía normas que regían diversos aspectos de la vida social y familiar en la Roma primitiva. Entre ellas, se incluían disposiciones sobre el matrimonio y el repudio (divorcio), reflejando los valores y las necesidades de la sociedad romana en sus primeros tiempos. La fecha tradicionalmente aceptada para la fundación de Roma es el 21 de abril del año 753 a.C., según la leyenda transmitida por historiadores como Tito Livio y Plutarco.
Rómulo, junto con su hermano Remo, es considerado el fundador de Roma. Según la tradición, ambos fueron descendientes de Eneas, el héroe troyano, y nacieron de una unión entre Rea Silvia, una vestal virgen, y Marte, el dios de la guerra. Abandonados al nacer y criados por una loba, los hermanos crecieron para desafiar al rey Amulio y restaurar a su abuelo Numitor como rey de Alba Longa. Posteriormente, decidieron fundar una nueva ciudad en la región donde fueron salvados.
La elección del 21 de abril también coincide con la celebración de las Parilia, una antigua festividad dedicada a Pales, la diosa de los pastores, lo que refuerza la conexión de la fundación de Roma con su origen pastoril y rural.
Derecho Romano: fuente del Derecho moderno
La creación de la ley por Rómulo, según la tradición, se centró en establecer normas básicas para la organización y convivencia de la naciente sociedad romana. Como primer rey y legislador, Rómulo promulgó leyes para regular aspectos esenciales como el matrimonio, la familia, el comportamiento cívico y la defensa militar. Estas leyes buscaban fomentar la cohesión social y garantizar el orden en una comunidad en expansión.
Entre las normas atribuidas a Rómulo destacan las que protegían la integridad del matrimonio, permitiendo el repudio solo en casos graves como adulterio o traición familiar. También se establecieron reglas sobre la relación entre patronos y clientes, la resolución de disputas y la obligación de los ciudadanos de defender la ciudad. Aunque estas leyes tienen un carácter legendario, reflejan los valores y prioridades de la sociedad romana primitiva, sentando las bases para el desarrollo de su sistema legal.
El repudio según la Ley de Rómulo
En el contexto del matrimonio, la Ley de Rómulo establecía normas estrictas respecto al repudio, ya que este acto tenía implicaciones legales, sociales y religiosas significativas. Según las fuentes tradicionales, la Ley permitía que un hombre repudiara a su esposa únicamente bajo tres circunstancias específicas:
- Adulterio: Si la esposa era infiel, el marido podía repudiarla, ya que la fidelidad era considerada un pilar esencial del matrimonio romano. El adulterio, en este sentido, atentaba contra la estabilidad de la familia y el linaje, aspectos fundamentales en la estructura social romana.
- Envenenamiento de los hijos: Si la esposa cometía un acto tan grave como intentar envenenar a sus propios hijos, el marido estaba autorizado a separarse de ella. Este delito era visto como una traición imperdonable al núcleo familiar.
- Uso de llaves falsas: Si la esposa usaba llaves falsas para acceder a lugares o propiedades del esposo sin su consentimiento, se consideraba un acto de deslealtad que justificaba el repudio.
Consecuencias del repudio injustificado
Si el marido repudiaba a su esposa sin que existiera una de estas causas, la Ley de Rómulo imponía severas sanciones. Se dice que el hombre que infringiera esta norma debía entregar la mitad de sus bienes a la esposa repudiada y la otra mitad al templo de Ceres, diosa de la agricultura y la fertilidad. Además, era exiliado de Roma, lo que reflejaba la gravedad del acto de romper injustificadamente los lazos matrimoniales.
Significado del repudio en la Roma primitiva
El repudio, regulado de esta manera, reflejaba la importancia que la sociedad romana primitiva otorgaba al matrimonio como institución central para la cohesión social y la transmisión de herencias. La Ley de Rómulo, aunque legendaria en su origen, muestra la influencia de las normas morales y religiosas en las primeras leyes de Roma, que buscaban mantener el orden y la estabilidad en una comunidad en crecimiento.
Perspectivas posteriores
Con el tiempo, las normas sobre el matrimonio y el repudio evolucionaron en Roma. Durante la República y el Imperio, el divorcio se hizo más frecuente y menos restrictivo, reflejando los cambios en la estructura social y la concepción del matrimonio. Sin embargo, las leyes atribuidas a Rómulo subrayan el papel fundador de estas normas en la tradición legal romana.
Dado que la ley de Atenas concedía a la mujer, lo mismo que al marido, el derecho de repudio y como se ve que las mujeres alcanzaron igual derecho entre los primitivos romanos, no obstante la ley de Rómulo, está claro que esta institución fue una de las que los enviados de Roma trajeron de Atenas y fue incluida en la ley de las Doce Tablas.
La Ley de las Doce Tablas constituye uno de los pilares fundamentales del derecho romano, y su legado perdura como un ejemplo temprano de codificación legal y justicia. Promulgada en el siglo V a.C., esta serie de normas buscaba garantizar la equidad y la transparencia en una sociedad profundamente estratificada.
Divorcio y repudio en la Ley de las Doce Tablas
Dice Cicerón que las causas de divorcio procedían de la ley de las Doce Tablas. No es posible dudar, pues, de que aquella ley aumentara las causas de repudio establecidas por Rómulo. El divorcio fue igualmente una disposición de la ley de las Doce Tablas, o al menos consecuencia suya. En efecto, desde el momento en que la mujer o el marido contaban, cada uno por su parte, con el derecho de repudio, con mayor razón podían separarse por convenio y voluntad recíproca. La ley no imponía que se alegaran causas para el divorcio.
Es debido a que, por su naturaleza, el repudio pide causas, y no son menester para el divorcio, puesto que allí donde la ley establece causas que pueden romper el matrimonio, la más fuerte de todas es la mutua incompatibilidad.
Dionisio de Halicarnaso, Valerio Máximo y Aulo Gelio dicen que aun existiendo en Roma la posibilidad de repudiar a la esposa, había tanto respeto por los auspicios que nadie usó de ese derecho durante quinientos veinte años, hasta que Carvilio Ruga repudió a la suya por esterilidad.
Pero basta con conocer la índole del espíritu humano para advertir qué prodigio supondría que, otorgando la ley semejante derecho a todo el pueblo, nadie usara de él.
Acabamos de ver que la ley de las Doce Tablas y las costumbres de los romanos extendieron mucho la ley de Rómulo: ¿a qué esas ampliaciones si nunca se usó de la facultad de repudiar? Además, si tal respeto tenían los ciudadanos por los auspicios, hasta el punto de no repudiar jamás, ¿por qué los legisladores de Roma los respetaron menos? ¿Cómo la ley corrompió totalmente las costumbres?
Atendiendo a dos pasajes de Plutarco se verá desvanecerse lo maravilloso del hecho en cuestión. La ley real permitía al marido repudiar en los tres casos de los cuales hemos hablado.
«Y disponía -dice Plutarco- que quien repudiara en cualquier otro caso tuviera que dar la mitad de sus bienes a la mujer y la otra mitad habría de serle consagrada a Ceres». Se podía, pues, repudiar en cualquier caso, pero afrontando la pena. No lo hizo nadie antes de Carvilio Ruga, «quien -dice también Plutarco- repudió a su mujer por estéril doscientos treinta años después de Rómulo», es decir, setenta y un años antes de la ley de las Doce Tablas, que amplió la posibilidad de repudiar y las causas de repudio.
Los autores que he citado dicen que Carvilio Ruga amaba a su mujer, pero que, debido a su esterilidad, los censores le hicieron jurar que la repudiaría, para que pudiera él dar hijos a la República, y eso le hizo aborrecible para el pueblo. Hay que penetrar el genio del pueblo romano para hallar la auténtica razón del odio que sintió por Carvilio Ruga. No fue por repudiar a su mujer por lo que cayó en desgracia ante el pueblo; eso era algo que al pueblo no le afectaba. Pero Carvilio había prestado a los censores juramento para, dada la esterilidad de su mujer, proporcionar hijos a la República. El pueblo juzgó que era un yugo que los censores le imponían.
Yugo de los censores en la actualidad
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¿Estamos orgullosos como sociedad moderna con leyes como esta? Recuerda: más de 120 mil denuncias falsas anuales por violencia sobre la mujer.