El Nuevo Testamento aborda de manera directa y firme la vanidad y el egocentrismo, considerándolos como actitudes contrarias al espíritu del evangelio. Estas conductas se ven como manifestaciones de orgullo, autosuficiencia y falta de humildad, elementos que obstaculizan una relación genuina con Dios y con los demás.
A través de las enseñanzas de Jesús y los apóstoles, el Nuevo Testamento exhorta a los creyentes a adoptar una vida centrada en la humildad, el servicio y el amor.
1. La vanidad y el egocentrismo según Jesús
a) La crítica a la búsqueda de reconocimiento público: Jesús reprende a aquellos que realizan obras religiosas para ganar la aprobación de los demás.
Mateo 6:1-2:
"Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de otra manera, no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres."
Aquí, Jesús enseña que la vanidad en las obras espirituales despoja de su verdadero valor, pues busca la gloria personal en lugar de honrar a Dios.
b) La enseñanza sobre la humildad: Jesús destaca la humildad como una virtud esencial para quienes desean seguirlo.
Mateo 23:11-12:
"El que es el mayor de vosotros sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
Jesús invierte las normas sociales de su tiempo, exaltando la humildad y el servicio sobre el orgullo y el poder.
c) La parábola del fariseo y el publicano:
Lucas 18:9-14: "A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido."
En esta parábola, Jesús ilustra cómo el fariseo se jacta de su justicia ante Dios, mientras que el publicano, consciente de su pecado, se humilla. La enseñanza resalta que Dios favorece la humildad sobre la autosuficiencia egocéntrica.
2. La vanidad y el egocentrismo según los apóstoles
a) Pablo:
Pablo escribe con frecuencia sobre el peligro de la vanidad y la importancia de la humildad.
Filipenses 2:3-4:
"Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a sí mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros."
Este pasaje es una exhortación clara contra el egocentrismo y una invitación a imitar la actitud humilde de Cristo.
Gálatas 6:3:
"Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña."
Pablo advierte contra el orgullo engañoso que lleva a una valoración distorsionada de uno mismo.
b) Santiago:
Santiago 4:6:
"Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes."
Santiago refuerza la enseñanza de que la arrogancia y la vanidad son barreras para recibir la gracia de Dios.
3. El contraste entre la vanidad y el llamado cristiano
a) La vida centrada en Cristo:
El Nuevo Testamento llama a los creyentes a vivir una vida centrada en Cristo, no en sí mismos.
Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí."
Esta afirmación refleja un abandono del egocentrismo en favor de una vida dedicada a Cristo.
b) El amor como antídoto al egoísmo: El amor cristiano se presenta como el opuesto al egocentrismo, pues busca el bienestar de los demás.
1 Corintios 13:4-5:
"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo."
Este pasaje muestra cómo el verdadero amor elimina la vanidad y el egoísmo.
4. Reflexiones prácticas:
Evitar la vanidad y el egocentrismo.
Practicar la humildad: Reconocer que todo lo que tenemos proviene de Dios y usarlo para su gloria y el servicio a los demás.
Buscar la aprobación divina: En lugar de preocuparse por la opinión de los demás, enfocar la vida en agradar a Dios.
Servir a los demás: Seguir el ejemplo de Cristo, quien vino a servir y no a ser servido (Mateo 20:28).
El Nuevo Testamento denuncia la vanidad y el egocentrismo como actitudes contrarias al espíritu del evangelio. En su lugar, promueve la humildad, el servicio y una vida centrada en Cristo. Estas enseñanzas no solo transforman las relaciones con Dios, sino también con los demás, permitiendo una vida más auténtica y significativa.